La economía argentina muestra signos de recuperación, pero no todos los sectores sociales se benefician por igual. Mientras los segmentos de mayores ingresos impulsan el consumo de bienes durables, viajes al exterior y compras en dólares, los sectores medio-bajos y bajos enfrentan restricciones para cubrir necesidades básicas, lo que profundiza la desigualdad en los patrones de consumo.
Según un informe de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), en mayo se registraron caídas en las ventas de consumo masivo, como alimentos y bebidas (-7,6%), calzado y marroquinería (-0,5%), textil e indumentaria (-1,8%), farmacia (-1,5%), perfumería (-5,2%) y ferretería, materiales eléctricos y de construcción (-2,6%). En contraste, los bienes durables y el turismo emisivo experimentaron un fuerte repunte: los patentamientos de autos crecieron un 94% interanual, el turismo emisivo un 80%, las importaciones de bienes un 60%, el consumo de nafta premium un 18% y las ventas en Hot Sale un 9%, según datos de Scentia, la Asociación de Concesionarios de Automotores (Acara) y la Secretaría de Energía.
Juan Pablo Ronderos, socio de la consultora MAP, destacó: “El consumo de los hogares muestra reactivación, pero en distintas velocidades. En bienes durables, la recuperación es más evidente, con tasas de expansión de tres dígitos y récord de demanda en algunos casos. Electrodomésticos están a la cabeza, con una suba de 115,5% en heladeras y 99,9% en lavarropas”. Sin embargo, advirtió que “el consumo masivo tiene un desempeño más modesto. Las ventas en supermercados exhiben un repunte gradual, insuficiente para compensar la caída de 20,6% entre noviembre de 2023 y abril de 2024. Hacia adelante, vemos un consumo fragmentado según nivel de ingresos”.
Racionalización
Por su parte, Osvaldo del Río, director de Scentia, explicó: “Se recuperan los bienes durables por la postergación de consumo. Al no tener crédito o cuotas, se hacía difícil. Lo mismo pasa con autos y motos. El consumo masivo sufre porque, adicionalmente a consumos postergados, se suman otros gastos producto del ajuste en los servicios, que en muchas familias representan una relevante proporción de sus ingresos”. Además, comparó la situación actual con la crisis de 2002: “Entonces, se racionaliza el gasto en consumo básico, similar a lo que ocurrió en 2002 tras la crisis de diciembre de 2001, cuando la gente se volcó a negocios de barrio para comprar pocos productos y controlar el gasto”.
Fernando Moiguer, CEO de Moiguer Consultora de Estrategias, señaló: “Tras más de un año de recesión, la economía tomó impulso en el primer trimestre, pero se desaceleró en el segundo e impactó en el humor de los consumidores. Los patrones se notan cada vez más diferenciados en los distintos estratos de la pirámide”. Según su análisis, el 50% de la población no llega a fin de mes, el 30% recorta gastos para pagar servicios, mientras que el 23% compra dólares y el 11% realiza compras en plataformas del exterior. Moiguer detalló: “El segmento más alto expande sus consumos con sueldos que crecen en dólares por el 'dólar barato'. El medio está sujeto a la evolución de las tarifas, que limita su ingreso disponible para el consumo con sueldos atrasados versus la inflación. El bajo tiene la Asignación Universal por Hijo (AUH) por sobre la inflación, pero salarios atrasados: la desaceleración de la inflación es el motor para sostener su poder adquisitivo con descuentos como anabólicos”.
La polarización en el consumo refleja una economía en recuperación desigual, donde los sectores de mayores ingresos lideran la reactivación, mientras que los más vulnerables enfrentan restricciones que limitan su acceso a bienes esenciales, consolidando un escenario de fragmentación social.